El Presidente confía en rebajar los impuestos a las pequeñas empresas para incentivar nuevas contrataciones. Depende del Congreso para sacarlo adelante

 

La retórica del presidente Barack Obama en torno a su ambicioso plan de empleo ha dejado a muchos pequeños empresarios preguntándose hasta qué punto será algo efectivo para su desempeño o si volverá a ser otro incentivo vacío, sin otro trasfondo que la reelección presidencial.

Sobre el papel, y siempre y cuando el Congreso y el Senado se pongan de acuerdo para sacarlo adelante, el proyecto de 450,000 millones de dólares para incentivar la creación de empleo tendrá las siguientes ventajas para los empresarios:

—Recorte de impuestos para los empleadores. El plan supondrá un recorte del 3,1 por ciento para los primeros cinco millones de dólares en salarios, algo que beneficiará a un 98 por ciento de las empresas estadounidenses que no alcanzan esa cifra en sueldos.

Créditos fiscales para contratos de larga duración. Obama ha propuesto una rebaja fiscal de hasta 4,000 dólares para las empresas que contraten a empleados que hayan estado sin trabajo durante al menos seis meses. Si el empleado es un veterano de guerra, el incentivo fiscal ascenderá hasta los 5,600 millones de dólares.

—Eliminación del impuesto sobre la renta con el aumento de salarios. El presidente eliminaría el impuesto sobre los salarios con cualquier incremento en esos sueldos. Esa diferencia que se ahorrarán las empresas se podría destinar a nuevas contrataciones.

Obama sabe muy bien que más de dos tercios de la economía dependen de las pequeñas y medianas empresas, por lo que poner dinero en sus bolsillos parece una buena idea a la hora de incentivar nuevas contrataciones. Sin embargo, los obstáculos políticos prometen ser cuantiosos, por lo que no se espera una pronta resolución del plan pese a la crisis económica que reina en el país.

 

 

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