El presidente electo Donald Trump lanzó serias advertencias a las compañías automotrices para que dejaran de fabricar en el exterior los autos que se venden en Estados Unidos; de lo contrario les impondría altos impuestos a la hora de importarlos.
Ford y GM fueron dos de las empresas que recibieron una advertencia directa. Por tal motivo, la compañía del óvalo azul decidió abandonar sus planes de construir una planta de producción en San Luis Potosí que ensamblaría autos compactos, como el popular modelo Focus.
Por su parte, General Motors declaró, a través de su presidenta ejecutiva Mary Barra, que no pretenden mudar el ensamblado del modelo Chevrolet Cruze Hatchback, de México a Estados Unidos, aduciendo que sus contratos de negocios se hacen con años de anticipación y que no se pueden cancelar de la noche a la mañana.
Las compañías alemanas VW, Audi y BMW también anunciaron que seguirán sus planes de inversión en México. BMW mantiene los trabajos para abrir su nueva planta de producción en San Luis Potosí, a diferencia de Ford; algo similar ocurre con la empresa Audi, que apenas en septiembre pasado estrenó una planta en el estado de Puebla.
Cabe señalar que México no es el principal importador de autos a Estados Unidos. El primer sitio lo comparten Japón, Alemania y Canadá, pero resulta que en el caso del vecino país del sur, este cuenta con protecciones de impuestos gracias al Tratado de Libre Comercio, mismo que Trump pretende renegociar. Esta ventaja ocasiona que las empresas fabricantes de México lleven la delantera al proveer de mano de obra barata y no tener que pagar impuestos cuando los autos terminados pasan a través de la frontera para abastecer las plantas del lado norteamericano.
Todavía falta escuchar la última palabra de Trump cuando el 20 de enero tome posesión de su cargo y decida su próximo movimiento en el caso de la industria automotriz. EC
