Imagen de persona comparando precio

“¿Cuánto vale?” es una pregunta que muchos hacemos cuando vamos a una tienda y vemos algo que nos gusta. Pero lo que realmente estamos preguntando es “¿cuánto cuesta?” porque lo que queremos saber es el precio.

Valor y precio son dos palabras que muchas veces se intercambian pero tienen sentidos muy diferentes. El valor se refiere al beneficio que uno recibe de algo. El precio se refiere a cuánto cuesta comprarlo. En un mundo perfecto, el precio de algo siempre reflejaría su valor para el comprador, pero casi nunca es así. Muchas personas solo se fijan en el precio de algo y en base a ello toman la decisión de comprar.

En realidad tienes que fijarte también en el valor. Si ese valor (el beneficio para nosotros) es mayor al precio, es una buena compra. Pero si no, no es una buena compra, no importa el precio. Por eso antes de comprar cualquier cosa, tenemos que tener claro cuál es el beneficio personal de tenerlo.

Analice el valor real de las cosas

Por ejemplo, si una tienda ofrece a precio rebajado un juego de cazuelas que normalmente tienen un precio de $400, en sólo $100, cualquiera diría que es una ganga y que se debe comprar inmediatamente. Pero si ya tienes tres juegos de cazuelas en casa y solo usas uno, entonces realmente no tiene valor para ti tener un juego más. Comprar el juego, aunque sea a un descuento del 75% como doy en este ejemplo, sería botar el dinero. Es mejor usar esos $100 para algo que realmente te va a beneficiar. Este concepto se puede aplicar a todo, incluso a cosas más importantes que las cazuelas.

Al momento de contratar a un profesional, ya sea un contador, abogado de inmigración o asesor financiero, los que realmente son expertos y conocen su campo por lo general cobran un precio que muchos consideran alto. Pero si el resultado de esa asesoría es que tomas decisiones correctas que evitan problemas con el IRS, o puedes permanecer en el país o evitas un error financiero que te puede costar muchos miles de dólares, el valor que recibiste a cambio de lo que pagaste justifica el precio. Pero si solo te fijas en el precio y optas por un consejero que ofrece un precio muy bajo pero no conoce su campo, las malas decisiones que tomes (porque te dieron malos consejos) pueden salirte realmente caras y a veces no se pueden corregir.

Esto no quiere decir que los que cobran un precio alto siempre son buenos o verdaderos expertos, sino que tienes que ver más allá de solamente el costo para saber si el servicio o producto vale la pena o no.

Esta forma de pensar –comparar siempre el precio y el valor antes de gastar dinero– es una característica que comparten las personas que han hecho grandes fortunas. Comienza hoy mismo a usarla y veras cómo tu forma de gastar dinero cambia.

 

 

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