Arrancar un negocio supone jornadas interminables, sacrificios constantes en el aspecto profesional y personal y, en ocasiones, deudas sobre deudas. Por eso no sorprende el dato: tan solo el 51 por ciento de los emprendedores con negocio propio alcanzan a cobrar un sueldo, lo que quiere decir que casi la mitad de los que se aventuran en el mundo empresarial, no pueden darse el lujo de empezar a recuperar la inversión de tiempo y dinero que conlleva un negocio.
Ese dato, extraído de un estudio elaborado por American Express sobre pequeños negocios, abre el debate sobre la conveniencia de cobrar un sueldo por parte del fundador de la empresa y cuándo y en qué condiciones debe hacerlo.
«Compensarte a tí mismo es importante para ti y para tu compañía», argumenta Alice Bredin, una empresaria de marketing consultada por Business News Daily. «Si no estás destinando fondos para tu propio salario, tus libros de contabilidad no reflejan la verdadera salud de tu empresa».
Después está el hecho de que muchos empresarios trabajan gratis durante demasiado tiempo y eso, a la larga, puede ser un problema para la empresa por el impacto psicológico que puede tener para el dueño y, por lo tanto, para la estabilidad de la organización.
La pregunta entonces es ¿cuándo hay que empezar a cobrar?
En realidad es sencillo y sujeto a normas de sentido común. Si tiene unos ingresos fijos, prevé seguir ingresando en el futuro y su compañía ya entrado en territorio de beneficios, es decir, que sus cuentas no estén en rojo.
Los impuestos
El otro factor para determinar sus ingresos es el fisco. De acuerdo a algunos expertos, el salario de inicio debe ser modesto para pagar menos impuestos y poder invertir más en el negocio, al menos al principio.
