Alejandro Galioto

Sólo tiene 35 años y ya es fundador de una empresa de venta de seguros de aviones, una industria compleja pero con mucho capital detrás

No sólo es su pasión, es un modus vivendi que no ha parado de ir a más desde que empezó en la industria hace varios años. De hecho, la única duda existencial que le asaltó en la universidad fue si se decantaría por la aviación comercial o por la militar. Hoy, Alejandro Galioto no anda no en una ni en otra, pero su vida tiene mucho que ver con las alas y con andar por las nubes, en sentido literal. Es fundador y presidente de True-Course Aviation Insurance Services, una empresa dedicada al complejo y fascinante mundo de los seguros de aviones.

Galioto, uno de pocos empresarios colombianos, comenzó en grandes compañías hasta dominar la cuestión de los seguros de arriba a abajo, el suficiente tiempo como para dar el paso de lanzarse en solitario. Hace un año y medio que trabaja desde el sur de California, atendiendo a clientes que van desde los dueños de avionetas privadas hasta corporaciones con jets privados.

Es una cuestión de altos vuelos pero sin ser cantidades estratosféricas. «Un seguro de una avioneta convencional puede costar un poco más que un seguro de un carro, como unos 1,800 dólares al año», explica Galioto, natural de Bogotá.  Sin embargo indica que hay mucho dinero en un campo donde calcula que habrá 200 agentes como él ofreciendo seguros de aviones.

«Parece mucho, pero si piensas en un país como éste y con la cantidad de aviones que existen, es muy poco», explica Galioto. «Hay buen dinero en esto. Es cuestión de trabajar y atraer clientes«.

Sin embargo, su objetivo es entrar en las grandes ligas, con las aerolíneas tradicionales como American Airlines, Alaska o Continental. «Esas pueden pagar hasta 50 millones de dólares por un seguro al año», explica este experto. «Les cubre el avión y los pasajeros que van dentro en caso de accidente».

En caso de siniestro, algo que apenas ocurre pese al miedo generalizado a volar de la mayoría, las compañías de seguros llegan a abonar hasta 10 millones de dólares por persona, dependiendo de quién sea. «Sé que es una decisión difícil porque son personas, pero no es lo mismo cubrir a un señor mayor sin hijos que al presidente de una compañía importante con hijos. Las cantidades pueden variar mucho».

Por suerte, Galioto no lidia con eso habitualmente, pese a tener mucha experiencia en la materia. Durante años trabajó en Atlanta para AON, un gigante de los seguros, con grandes siniestros, asignando fondos para cada situación. Cuenta que un evento como el de los atentados a las Torres Gemelas le pudo costar entre un billón y dos billones de dólares a la compañía aseguradora, entre el costo del avión, los pasajeros y los daños a los edificios destruidos en Nueva York.

También explica que aunque no es obligatorio tener seguro, es un código que se maneja en la industria de la aviación. «Nadie querrá hacer negocios con alguien que no tenga seguro», afirma.

El, como dueño de una avioneta particular —una Beech Bonanza—, tiene seguro, por supuesto, un aparato que usa de forma constante para sus desplazamientos y para atender clientes, de aeropuertos pequeños a otros, por lo general. En la actualidad, tiene una cartera de 120 clientes, con tendencia a crecer de forma sostenida y con la meta de tener 40 empleados. De momento, son dos, él y un socio que opera desde Seattle.

Es un emprendedor joven y ocupado, pero también tiene tiempo para darle un paseo a su familia y sus amigos, por supuesto. No deja de ser su pasión, ya sea por placer o por negocios.

True-Course Aviation
www.true-course.com
805.727.4222

Share.

Inscríbase a nuestro boletín

Reciba todos los artículos más importantes a su email