Legalizar a 11 millones de indocumentados supondría una inyección de capital de 1.500 millones de dólares para la economía estadounidense
Los ecos de reforma migratoria que han estado fluyendo desde Washington en los últimos días tiene, en el fondo, un indudable tinte de interés político y económico. Detrás del futuro pacto para legalizar a 11 millones de indocumentados que deberá alcanzar republicanos y demócratas podría beneficiar y mucho a ambas partes, por no hablar de a la economía del país.
Para los conservadores supondría un espaldarazo de cara a las próximas elecciones en su intento de reconectar con el electorado latino que tan claramente le dió la espalda en los últimos comicios presidenciales, y para Obama y los demócratas, la reforma migratoria representaría una forma de cumplir con la confianza depositada por los hispanos en su gestión y una manera de cimentar la futura presidencia de un compañero de partido.
Pero más allá de consideraciones políticas está la financiera, el efecto que supondría sacar de las sombras a 11 millones de personas, dueños algunos de pequeñas y medianas empresas, cabezas de una nueva generación de estadounidenses. De acuerdo a economistas y expertos en la materia, su legalización incrementará la demanda y ayudará a las empresas a poder contratar mano de obra barata y cualificada, difícil de encontrar incluso en tiempos de crisis económica.
Esta reforma migratoria supodría un movimiento que podría significar unos ingresos adicionales de 1,5 billones de dólares en una década, según datos aportados a Reuters por Raul Hinojosa-Ojea, experto en asuntos migratorios de la Universidad de California en Los Angeles. Eso se traduciría en incremento anual del 0,8 por ciento en la tasa de crecimiento.
Por eso la súbita urgencia del presidente Obama y de los políticos en Washington de terminar con este particular via crucis en forma de reforma migratoria que han vivido algunos durante décadas, trabajadores hispanos con ganas de vivir de forma honrada y legal.