Imagen de dueña de negocio de ropa

Gina Valdez representa marcas como Liberty de Londres en Estados Unidos y tiene su propia línea de ropa, Ocean View, un sueño hecho realidad

El suyo parece el trabajo perfecto. Trabaja desde la comodidad de su casa y hace lo que le gusta a través de su compañía de textiles, vender tejidos de marcas internacionales en Estados Unidos y por todo el mundo, desde París hasta Corea. Pero Gina Valdez, que lleva 20 años metida en el mundo de la moda, cuenta que pese a las apariencias, se pasó más de un año sin recibir ni una sola paga hasta que el negocio empezó a dar frutos.

«A veces, dejar atrás el cheque quincenal que viene con un trabajo fijo es duro, porque hace falta para pagar las facturas», explica desde el espacio que ha abierto en casa de Whittier para la oficina. Esta empresaria hispana dice que fue una decisión difícil pero que no podía dejar pasar la oportunidad de representar en el mercado estadounidense marcas como Liberty de Londres, que tiene años de tradición a nivel internacional.

Ahora, Valdez recibe las propuestas de telas de varias marcas y las vende a grandes cadenas por yardas, con pedidos que empiezan en bajas cantidades para probar el material y ver si gusta en el mercado, hasta órdenes que en una semana se acercan a los 200,000 dólares. La cosa marcha, pero ha costado mucho trabajo.

Valdez, madre de dos hijos adolescentes, trabaja noche y día para sacar su negocio adelante, por aquello de la diferencia horaria, un trabajo emocionante y para el que usa redes sociales como Facebook para estar a la última.

Además lleva cuatro meses con una línea de ropa propia, Ocean View, enfocada a la mujer de mediana edad, entre 30 y 35, pero abierta a todo tipo de mujeres. Asimismo, se enfoca en mujeres que tienen que viajar de forma constante y no encuentran tiempo para comprar un vestido para todo tipo de temporadas.

En los últimos 10 años, se enfocó en diseño y desarrollo de nuevos productos, algo que se vio golpeado por la recesión económica. Después llegó esta oportunidad a través de una amiga, que le ofreció el paquete completo. «Al día siguiente estaba en Nueva York negociando y me quedé con las marcas que ella representaba», explica.

En la actualidad, Gina Valdez lleva Liberty de Londres, Text for you, una marca coreana de estampados, y otras dos líneas más, una de India y otra de España, una marca de tela de mezclilla de Barcelona. «La de España es mi marca favorita porque he estado en el mundo de los vaqueros durante mucho tiempo», afirma.

Con la combinación de las marcas, Gina Valdez es capaz de poner su creatividad en marcha y mezclar estampados con dibujos para introducir nuevos productos. «El cambio es constante», explica.

«Tengo competidores en Nueva York que tiene hasta 15 marcas. El problema es que están demasiado disperos y les cuesta enfocarse en los clientes. Yo prefiero no crecer más de momento y concentrarme en las líneas que tengo para satisfacer al cliente, que es lo más importante en este negocio», explica Valdez.

Sobre las ventajas de su negocio, asegura que no tuvo que hacer una inversión para montar su empresa y que en ese sentido no arriesgó, aunque sólo trabaja por comisión, por lo que depende enteramente de su habilidad para vender.

Lo malo son los horarios, una empresa constantemente abierta a los pedidos y los reclamos de varias partes del mundo, y el hecho de tener que manejar para entregar parte de las muestras a las empresas a las que les vende, compañías como Guess o Diane von Furstenberg, todo de alta categoría.

Pese a ello, se ve afectada por los movimientos de los mercados de valores, «porque eso significa que las empresas cancelan sus pedidos por el miedo a una nueva crisis económica».

Su objetivo es mantener el ritmo y poder manejar mejor las finanzas. Espera conseguirlo con la ayuda de su hijo y una actitud positiva. Lo suyo es lo más parecido al trabajo perfecto.

 

 

 

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