Raúl de Alba, presidente y fundador de Joyerías Jalisco, proviene de una historia de superación en una zona de tradición agrícola

Raúl de Alba y sus hermanos representan un retrato de superación, una familia de inmigrantes mexicanos que fue dejando atrás el trabajo en el campo para construir su historia de progreso. El primero con iniciativa fue Elías, que quería ser sacerdote y acabó por montar una joyería, una experiencia que contagió a los más pequeños.

Raúl, Teresa, Cuca y Alfonso siguieron sus pasos y montaron su propia local de venta de oro, diamantes y otras piedras preciosas en Fresno con el poco capital que consiguieron ahorrar, mil dólares cada uno «y muchas ganas por sacar adelante la tienda», como explica el empresario, que entonces tenía 22 años.

Hicieron las cosas bien y tuvieron buena estrella. «La mayoría de los negocios fracasan al cabo de un año, pero nosotros en dos ya estabámos funcionando muy bien y en tres abrimos nuestro segundo local».

Ahora tienen siete, manejados en sociedad por los hermanos y constituidos como una firma de peso en el Valle Central, con locales en ciudades como Bakersfield, Fresno, Vernon, y Madera, la última localidad en la que han abierto sus puertas.

Este año cumplen 23 años de ser la joyería de referencia para el público hispano, el que alimenta el negocio en su mayoría y en una zona con mucho potencial para el crecimiento.

«Aquí hay trabajo por la situación que se vive ahora en el campo y eso ayuda a que cada vez haya más hispanos y más progreso», explica De Alba, que vende desde anillos de diamantes hasta cualquier otro estilo de piedra, «un poco de todo» para abastecer a una población muy dada a las fiestas, los bautizos y las bodas.

De Alba asegura que la proliferación de población latina es cada vez más evidente en esa zona de California y que hay muchas oportunidades para otros empresarios hispanos que quieran abrir sus negocios en la zona.

«La idea es seguir ofreciendo buen servicio y algo orientado a la comunidad, y se puede sacar adelante», explica de Alba, originario de San Ignacio Cerro Gordo, en Jalisco. Desde allá emigró su padre como otros braceros que llegaron a California en 1974 para trabajar la tierra. Todos ellos trabajaron en la recogida de la fresa, el tomate, las cerezas y otras frutas.

En el 81 se fueron para Fresno desde Stockton, donde las cosas empezaron a ir mejor para la familia. Ahora, además de las joyerías Jalisco, uno de los hermanos tiene un restaurante y otro de ellos es promotor de grupos musicales como los Tigres del Norte, nada menos.

«No es que seamos ricos ni millonarios, pero sí hemos mejorado nuestra calidad de vida y es algo que nos da mucha satisfacción», explica De Alba. «Y no solo por nosotros, sino por los 25 empleados que tenemos en las tiendas».

Asimismo, esperan poder devolverle el favor a la comunidad y celebrar por todo lo alto las fiestas patrias. «Es una fecha muy importante porque no dejamos atrás nuestra raíces por ningún motivo». Con gente como los De Alba, Fresno mantiene intacta su esencia mexicana.

 

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