invertir en la bolsa

Tener dinero e invertir en la bolsa no es tan difícil como parece y se pueden ganar muchos dólares sin apenas esfuerzo. Es cuestión de querer aprender y dejarse asesorar.

Algunos dicen que lo peor ya ha pasado en cuestiones de la tormenta financiera que descargó a finales del año pasado y que ha llegado el momento de ganar dinero. El mercado de valores puede ser una manera de empezar a recuperar el terreno perdido, aunque para algunos resulte una opción temida y desconocida.

Lo cierto es que no hace falta ser un ilustre en cuestiones económicas para poder invertir el dinero de una forma más eficiente, y siempre está la opción de los consejeros o brokers, que por un porcentaje de las ganancias pueden orientar al más perdido en esta materia.

Siempre es un riesgo y los expertos financieros recomiendan, como primera medida, que sólo se invierta el dinero que no se va a necesitar en los próximos 5 años. De esta forma, no se sufre tanto con las fluctuaciones y se evita correr más riesgos de la cuenta.

Al invertir en la bolsa se puede ganar mucho, multiplicar el dinero por 5 en tres años si se sabe a qué ficha apostarle, pero también hay que saber asumir las pérdidas, que también pueden ser cuantiosas si no se tiene el conocimiento necesario. Lo que sí está garantizado es que se trata de un mundo apasionante donde el aprendizaje es constante.

Tres primeros pasos para invertir en la bolsa

La mejor manera para empezar es abrirse una cuenta en uno de los múltiples servicios de agencias de correduría bursátil que existen —Fidelity, Etrade, Charles Schwab, Citi Smith Barney, y un largo etcétera—, tanto en internet como en oficinas comerciales, que le pueden ayudar a hacer todo el papeleo. Cualquiera, residente, nacionalizado o extranjero, puede abrir una cuenta para jugar en bolsa.

A partir de ahí, es importante definir la estrategia y analizar cuál es el punto de tolerancia al riesgo de cada persona. Los hay muy conservadores, con temor a perder o que sencillamente no están en edad de poder recuperarse en caso de que haya una nueva crisis financiera; después están los de riesgo moderado, que quieren que su dinero crezca y asegurarse un buen futuro pero sin tirar la casa por la ventana; y después están los osados —que suelen ser los más jóvenes—, que prefieren arriesgar y enriquecerse lo más posible aún a riesgo, y nunca mejor dicho, de quedarse sin nada.

Una vez definido el perfil, hay que saber dónde vamos a ubicar el dinero. En este punto se abre un abanico de infinitas posibilidades, entre fondos mutuos (que explicaremos otro día), bonos municipales y acciones de compañías de Estados Unidos y de mercados internacionales. Hoy en día una persona de a pie puede ser dueña de parte de una cervecera en Bostwana (Africa) o tener posibilidad de decisión en la junta directiva de una compañía de placas solares en China, además de ser propietario a pequeña escala de Coca-Cola, Citibank, Apple o cualquiera de los gigantes que cotizan en la Bolsa de Nueva York, las más importante del mundo.

También se puede comprar oro, plata, maíz o tripas de cerdo si se quiere. Todo es cuestión de tener ojo financiero y hacer una apuesta en firme por lo que uno cree que será un buen negocio en el futuro.

Y para terminar, un dato: El Dow Jones, principal índice bursátil de las acciones en Estados Unidos, ha perdido casi la mitad de su valor desde que alcanzara su récord en 2007. Aunque nunca se sabe, la lógica dice que es el mejor momento para entrar a formar parte del club de los accionistas y ganar dinero, que nunca viene mal.

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