Imagen de dinero en un sobre

Desde la miseria de algunas partes de México salen remesas hacia sus familiares en Estados Unidos. La crisis les ha dejado sin trabajo y sin dinero, no sólo para enviar fondos a casa como solían hacer, sino para pagar la renta e incluso para comer.

La crisis ha conseguido invertir los términos. Ahora, los que mandan dinero a casa son los pobres para que sus familiares tradicionalmente ricos puedan subsistir. Como Leonardo Herrera, un ranchero residente a las afueras de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas, que hace poco vendió una vaca para mandarle 1,000 dólares a sus familiares en Carolina del Norte, según un informe del diario New York Times.

Es el reflejo de la grave crisis económica que vive Estados Unidos, que ha dejado a miles de inmigrantes sin trabajo y sin medios para mandar dinero a casa. Todos los estudios de remesas confirman la tendencia de descenso por primera vez desde que se miden estos envíos. Según el último informe del Banco Interamericano de Desarrollo, un 36.6 por ciento de los mexicanos admite que este año mandará menos dinero que en 2008, un descenso que a buen seguro hará mucho daño a miles de familias.

Y aunque no hay cifras concretas que midan los casos de mexicanos mandando dinero hacia el norte, cada vez se dan más historias de ese tipo. Maria del Carmen Montufar, también de Chiapas, ha conseguido juntar fondos entre su marido y otros miembros familiares —en cantidades pequeñas de 40 hasta 80 dólares— para ayudar a su hija Candelaria y su marido, ambos desempleados desde hace meses y con un hijo recién nacido. Hasta ocho veces les han enviado dinero este año.

“Cuando ella está trabajando nos manda dinero”, explica María del Carmen. “Pero ahora, como no tiene trabajo, somos nosotros los que le mandamos a ella”.

Aunque es algo extraño, parece ser una tendencia en aumento. Desde uno de los bancos locales, Edith Ramírez confirma que unos 50,000 pesos mensuales salen del Banco Azteca en San Cristobal de las Casas en dirección a Estados Unidos. “Y desde allí solo recibimos unos 30,000 pesos mensuales”.

Los pobres se hacen más pobres en esta crisis, aunque todo parece radicar en lo relativo del concepto. Pese a la situación de miseria en la que viven millones de mexicanos en el campo, muchas de esas familias residen en tierras propias y de las que nadie le puede echar por falta de pago. Nada que ver con la situación de gentes como los hijos de Sirenia Avendaño, que trabajan sirviendo mesas en un restaurante de Florida y que a raíz de la crisis han visto sus horas reducidas.

Corren el riesgo de no poder pagar la renta y de quedarse en la calle. “A nosotros nadie nos puede echar de esta casa”, dice Avendaño con lágrimas en los ojos. Por eso ha empezado a vender chiles rellenos en la calle para ayudar a sus hijos y llegar a fin de mes.

Es otra de las historias dramáticas que está dejando la crisis, que ya cuenta con un 10.2 por ciento de desempleados en Estados Unidos. En parte por eso, el descenso del envío de remesas será del 11 por ciento para este año, con un total de 62,000 millones de dólares en total hacia América Latina y el Caribe.

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