No retrase más la discusión sobre las finanzas de la casa. Puede desembocar en un desagradable divorcio como ocurre en muchos hogares.
Anótelo en el calendario. Los dos suelen estar muy ocupados y probablemente se hayan repartido las tareas, incluyendo quién paga las cuentas. Pero aun cuando ambos estén completamente de acuerdo sobre las cuestiones monetarias, el “contador” de la familia debe mantener a su esposo/a informado/a —aunque sea sólo para poder continuar manejando las finanzas en caso de emergencia.
Fije una reunión mensual o incluso semanal para hablar sobre el pago de las cuentas, los avances o retrocesos con respecto a los objetivos de ahorro, los presupuestos de los gastos por venir (impuesto a los bienes, primas de seguros, útiles escolares, etc.), y las estrategias para afrontar gastos inesperados (reparaciones de automóviles, trabajos dentales de emergencia, pagar una fianza por algún familiar, etc.)
No posponga los temas difíciles de hablar. Digamos, por ejemplo, que le vino un cheque rebotado o no pagó algo. No espere hasta la próxima charla para hablar de este tema ni intente ocultarlo —solo empeorará las cosas y generará un clima de desconfianza. A veces, es mejor sacarse el apósito de un solo tirón.
Pónganse de acuerdo. Cuando hay malas noticias —el saldo de su plan de jubilación 401(k) cayó en el último trimestre o alguno de los dos fue despedido de su trabajo— la comunicación es lo más importante. Si necesita ajustar temporariamente su presupuesto o tomar alguna decisión importante que modifique su vida, como posponer la jubilación, háblelo y esté dispuesto a comprometerse para que ninguno de los dos se convierta en el malo de la película.
Reorganice sus metas. A menudo las parejas comienzan con un plan de acción y luego la vida les juega una mala pasada y las metas cambian. Hablen periódicamente sobre qué sienten frente a eventos tan importantes como agrandar la familia, comprar una casa, cambiar de carrera, financiar la universidad de sus hijos (o de ustedes mismos), arriesgarse financieramente, y cuándo y dónde jubilarse.
Ajústese a su presupuesto. Algunas de las peores batallas financieras ocurren cuando una o ambas partes sabotean el presupuesto familiar. Si todavía no tiene un presupuesto, hay numerosas herramientas en Internet para crear uno. Busque en el sitio de la Comisión Federal de Educación Financiera de EE.UU. www.mymoney.gov, la Fundación Nacional de Asesoramiento Crediticio (www.nfcc.org bajo “Herramientas para el Consumidor”), y www.mint.com, entre otros sitios.
Busque ayuda. Si ya no puede ponerse de acuerdo sobre cómo manejar sus finanzas y no puede llegar a un compromiso, tal vez desee buscar ayuda externa.
—La Fundación Nacional de Asesoramiento Crediticio (www.nfcc.org) puede ayudarlo a encontrar agencias de asesoramiento crediticio locales sin fines de lucro.
—Busque un planificador o asesor financiero en el Certified Financial Planner Board of Standards (www.cfp.net), la Asociación Nacional de Asesores Financieros Personales (www.napfa.org), o la Asociación de Planificación Financiera (www.fpanet.org).
Al igual que en cualquier otra empresa conjunta, los matrimonios pueden descarrilar cuando sus miembros no se comunican. Asegúrese de que eso no le suceda a usted.