dentista hispana

El boca a boca ha ayudado a despegar a Pardo Dentistry en Glendora, una consulta con un trato humano donde se habla español

La determinación de Mónica Pardo ha terminado por cuajar en un negocio que ya anda levantando el vuelo. Durante años soñó con la posibilidad de abrir su propia clínica dental, pese al riesgo financiero y a la enorme competencia, y finalmente ha conseguido hacerlo realidad, una nueva hispana que se apunta a la lista de emprendedores, manteniendo el ritmo imparable de los latinos en el mundo empresarial en Estados Unidos.

En solo seis meses esta empresaria colombiana, madre de Matías y estudiante durante años de una especialidad que defiende a capa y espada, ha conseguido que los números cuadren y que la comunidad en Glendora tenga un servicio odontológico de calidad con un aporte diferente.

«Muy poca gente valora la complejidad de la profesión de dentista porque van pensando que les van a hacer daño o lo que les va a costar, pero es una ciencia muy necesaria para la comunidad», explica Pardo, convencida además de que los hispanos irán llamando poco a poco a su puerta puesto que siempre buscan un trato más humano y más personalizado «que no van a encontrar en las grandes firmas».

Esta dentista hispana cree además que ha conseguido abrirse paso por el boca a boca, por el hecho de estar en una ciudad con mucha población y porque con la dentadura hay 32 posibilidades de tener problemas, «uno por cada diente que tenemos en la boca», dice entre risas. «Siempre hay algo que se puede mejorar», añade.

Pardo también cree que con la instauración del ‘Obamacare’ casi todos sus pacientes llegan con seguro dental, «una opción que hay que aprovechar para hacerse limpiezas y todo lo básico, al menos, que cubren las compañías».

Ahora, su sueño es tener una clínica más extensa que ofrezca todos los servicios, incluyendo ortodoncia, pero sin perder el trato especializado que le da a todos sus clientes. “Me gusta tener una relación más personal con la gente que atiendo. Es una de las ventajas de ser dentista», algo que cree con el tiempo apelará a más latinos, no solo de Glendora, sino de zonas cercanas como Azusa y Covina.

Es una aventura a la que ha llegado después de años de estudios, casi 10 de formación en UCLA, para después trabajar con sus padres, que también tienen un consultorio, y servir a comunidades de bajos ingresos en ciudades como Inglewood. Pero esto, parece, no ha hecho más que empezar.

 

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