Cada vez más trabajadores están optando por convertir el trabajo ‘freelance’ en un remedio indefinido a la falta de posiciones de tiempo completo.
Según los datos del Departamento de Empleo de Estados Unidos, el 80 por ciento de los 50.000 empleos creados por el empresas privadas fueron trabajos temporales, lo que es una mala noticia para la economía por la falta de estabilidad y de beneficios para miles de personas en todo el país. Sólo este año que termina, 307.000 personas se han incorporado al mercado laboral con contratos inestables o de corta duración.
Algunos, como Jeffrey Rodeo, de 43 años, piensa que aún le queda un año antes de conseguir una posición permanente después de haber estado trabajando en distintos puestos desde que perdió su empleo como manager de cuentas para una firma de Sacramento hace 14 meses. Y no por que no lo haya intentando, ya que ha aplicado a 700 puestos diferentes, sin suerte de momento.
Es, sin embargo, una situación de privilegio para los más de 15 millones de estadounidenses que están sin empleo y con pocas perspectivas de encontrar una posición permanente. Pese a todo, los economistas apuntan a una recuperación para el año 2011, basándose en una mejor actitud del consumidor con respecto a la economía y al optimismo de Wall Street con los reportes financieros semanales.
De todas formas, existe el temor de que la recesión vuelva una situación hasta cierto punto natural en una tendencia y que más compañías se acojan al recursos de usar trabajadores temporales para abartar sus costes a largo plazo. Para muchas, la ventaja que supone no tener que pagar un paquete de beneficios como la contribución obligatoria a la Seguridad Social o un seguro médico compensa la inestabilidad de una plantilla más cambiante. El otro elemento negativo es la opción de relocalizar las posiciones en el extranjero, lo que es mucho más barato aún que contratar nacionales en Estados Unidos.
Pero también está la cara amable del asunto, la que ejemplifica gente como Antonia Musto, una trabajadora autónoma que después de dos años ha conseguido trabajar, ejerciendo su mismo oficio de contable, para varias compañías y alcanzar el mismo nivel de ingresos que cuando trabajaba para un periódico local en un pueblo de Pennsylvania.
Dice que ella misma se paga un seguro médico y que eso le compensa los inconvenientes de tener que trabajar ocho horas metida en una oficina y sometida a un horario rígido y estricto. Ahora, se toma los días libres que estima conveniente y tiene la oportunidad de interactuar con distintas empresas, lo que dice que ha abierto el abanico de posiblidades laborales y de formación.
Puede que sea el futuro de un mercado laboral cambiante: trabajar desde casa, manejar el tiempo de la manera más eficiente posible y ahorrarse la figura del jefe en la oficina, algo que más de uno agradecería a buen seguro.
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