Si su futuro cónyuge está pensando posponer la boda por temor al llamado “castigo matrimonial”, probablemente tengan problemas mucho más graves que tener que pagar más impuestos estando casados que siendo solteros.
Dicho esto, el matrimonio tiene en realidad varias ramificaciones financieras—tanto buenas como malas—y muchas tienen que ver con el dilema de no saber si declarar los impuestos a las ganancias juntos o separados. Veamos qué conviene:
Primero, veamos rápidamente cómo funciona la tributación progresiva. A medida que aumentan sus ingresos, van aumentando los impuestos sobre los ingresos adicionales. Actualmente, hay seis categorías fiscales federales que van desde el 10 por ciento para las familias y personas de bajos ingresos hasta el 35 por ciento, para los ingresos que superan los $388.350 al año. Los ingresos de la mayoría de las personas entran dentro de varias categorías fiscales.
Por ejemplo, una persona soltera con un ingreso imponible de $50.000 pagará un impuesto del 10 por ciento sobre los primeros $8.700; más el 15 por ciento sobre los ingresos entre $8.700 y $35.350; más el 25 por ciento sobre los ingresos entre $35.350 y $50.000. Por lo tanto, no está pagando el 25 por ciento del total sino solo de la parte correspondiente.
El “castigo” matrimonial ocurre cuando las parejas presentan una declaración conjunta y, en algunos casos, pagan un impuesto a las ganancias mayor del que pagarían si fueran solteros. Por ejemplo:
—Si usted tiene un solo ingreso familiar (o uno de los cónyuges gana mucho más que el otro) tendrá, generalmente, una “ventaja por matrimonio”, es decir, sus ingresos combinados se tributan a una tasa menor que si el que más gana tributara como soltero.
—Sin embargo, cuando usted entra en el extremo superior de la categoría fiscal del 25 por ciento, la disparidad entre presentar la declaración en conjunto y separada se hace más pronunciada, porque sus ingresos combinados aumentan, especialmente si los dos tienen ingresos similares y/o altos.
—Por ejemplo, las personas solteras con un ingreso imponible de $75.000 entran dentro de la categoría fiscal del 25 por ciento; pero, si usted está casado y tiene un ingreso combinado de $150.000, entraría dentro de la categoría fiscal del 28 por ciento.
Por eso algunos sostienen que casarse es una desventaja financiera, pero esto no es necesariamente así. Los matrimonios pueden acceder a muchas exenciones fiscales y otros beneficios que suelen compensar el pago de un impuesto a las ganancias mayor.