Hablar de problemas de dinero

Además del trauma de haber perdido el trabajo o los ahorros cuando se tienen problemas de dinero, queda la tarea de explicarle a los niños el por qué de no poder comprar las mismas cosas que antes. Hay varias maneras razonables de conseguirlo.

El año pasado ha sido económicamente duro para muchas personas. Probablemente usted conozca a alguien que ha perdido su trabajo, han visto evaporarse sus ahorros para el retiro, tienen problemas de dinero o han experimentado la ejecución hipotecaria de su hogar. Incluso usted puede encontrarse en una posición difícil.

Es suficientemente difícil mantenerse optimista durante la recesión pero si tiene hijos, la tarea es doblemente difícil: desea ser honesto sobre la razón por la cual su familia no puede pagar las mismas cosas en estos momentos pero no quiere comunicarles sus ansiedades ni abrumarlos con noticias terribles que posiblemente no entiendas y sobre las cuales no tienen control.

En lugar de transferir pánico, busque la manera de reasegurarles a sus hijos que usted está trabajando duro para mejorar las cosas y que toda la familia puede hacer su parte para ayudar.

Mi esposa y yo estamos usando la actual situación económica como un trampolín educacional para nuestros dos hijos de 5 y 9 años. Aquí se encuentran unas cuantas estrategias que podría probar para resolver sus problemas de dinero:

Ponga los precios en perspectiva. Cuando sus hijos clamen por un juguete o regalo nuevo y usted preferiría no gastar el dinero, no sólo les diga que no puede pagarlo. Ponga el costo en perspectiva anotando el tiempo que tendrían que ahorrar sus mesadas o cuántas tareas extras tendrían que hacer para pagar por ello.

Este ejercicio le ayudará a los niños a entender mejor el proceso que usan los adultos para decidir si vale la pena realizar una compra. (Funciona mejor con los niños más grandes, quienes captan más rápido el paso del tiempo y el concepto de la gratificación demorada).

Involucre a los niños en las decisiones sobre gastos diarios. Probablemente lleve a sus hijos cuando hace las compras y como la mayoría de nosotros, probablemente se resiste a las súplicas por bocadillos azucarados y juguetes baratos. En lugar de correr por la tienda esperando evitar conflictos, use las compras como una oportunidad de enseñar a sus hijos el valor del dinero.

Hágalos parte del proceso de toma de decisiones, empezando con que le ayuden a crear la lista de compras (la mejor manera de evitar las compras impulsivas) y sujetar los cupones. Comparta su presupuesto para compras por el viaje y explique las consecuencias de excederlo. Luego, una vez en la tienda, enliste su ayuda haciendo comparaciones de precio y dándoles voz a la hora de escoger un artículo sobre otro; de esa manera no será la voz de «no» arbitrariamente.

Pida sugerencias de los niños en cuanto a maneras de recortar gastos. Quizá eso signifique sacar un DVD de la biblioteca en lugar del ir al cine, hacer una venta de garaje o vender los juguetes que ya no usan o ropa en eBay o cuidar a los hijos del vecino para reemplazar temporalmente la mesada reducida. En pocas palabras, hágalos parte de la solución.

Comparta historias de su propia niñez. Quizá uno de sus padres perdió el trabajo o su familia tuvo que mudarse con un familiar temporalmente. Comparta cómo eso le hizo sentir (asustado, triste, avergonzado), pero déjales saber que al trabajar unidos como familia las al final cosas funcionan.

Involúcrese con las asociaciones de beneficencia. Si son lo suficientemente mayores, ofrézcase como voluntario con sus hijos en un comedor u hogar para desamparados. Nada les hará apreciar más su propia situación que ser testigos de otras personas que no son tan afortunadas.

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