Luis Matus, fundador de FMC Logistics, realiza envíos de todo tipo de carga a cualquier parte del mundo desde Los Angeles

 

Desde un pequeño cuarto con su hangar se gestan movimientos masivos. Desde coches en muy mal estado hasta el contenido completo de una casa se carga en un gran contenedor de varios pies de largo con destino a cualquier país del mundo. Es un negocio millonario pero de mucho trabajo y constancia. Lo explica, casi de memoria, Gabriel Ramos, el empeado de confianza de Luis Matus, el fundador de FMC Logistics.

«Transportamos cualquier cosa, siempre que sea legal», dice Ramos mientras ve a su jefe pasar, muy ocupado mientras prepara un cargamento con destino a Perú. Matus es un empresario nicaragüense que se graduó como ingeniero y que fundó la compañía en 1994, sabedor de que podía sacarle partido a un negocio con futuro.

Matus admite que no hizo falta capital para arrancarlo sino clientes, los que ahora hacen pedidos con un media de 5 a 7 contenedores por semana. De momento, El Salvador es el país que más les surte. «Allá envíamos muchos coches en muy mal estado o considerados pérdida total. Después los arreglan y se venden. Creo que somos la única compañía capaz de meter cinco coches en un sólo contenedor», explica Ramos.

Además de los vehículos, nuevos o usados con destino a El Salvador y Guatemala, un mercado que cada vez están trabajando más, hacen mudanzas de gente que se uda a su país con todo. Normalmente un equipo de gente que subcontratan van a recoger todo le material a la vivienda en cuestión para asegurarse de que el empaque resiste un viaje en barco, y después FMC se encarga de acomodarlo en el contenedor.

Esa es la versión simple porque Ramos asegura que hay miles de matices y regulaciones en un envío cualquiera. «Cada país tiene sus reglas. En Argentina, por ejemplo, no se puede mandar nada en una caja que diga «Made in China», porque te lo devuelven», explica. «Y en otros lugares no se pueden importar determinados vehículos con mercancía en su interior».

También están las inspecciones de aduanas, donde las autoridades estadounidenses te pueden obligar a descargar el contenedor y volverlo a meter, un proceso por el que cobran a la empresa. Ya una vez en destino, el problema es para el cliente.

Hay de todo en un negocio que está trabajando en su expansión. Hace unos meses se incoporó Alan, el hijo de Luis Matus, después de que el fundador tuviera que pasar por una dura lucha contra el cáncer. Ahora, sus metas son afianzar mercados como Argentina y Colombia y pensar en la expansión hacia Asia. «Eso sería increíble», explica el joven Matus.

Aunque la competencia del transporte marítimo es feroz, con el puerto de Los Angeles como uno de los más importantes del mundo, los Matus y Ramos son optimistas sobre el futuro del negocio. Tiene el mundo a su alcance.

 

Share.

Inscríbase a nuestro boletín

Reciba todos los artículos más importantes a su email