La filial de Google estrenará programa en Arizona en 2018, en una carrera en la que también están Apple, Uber, Tesla y hasta 50 compañías
La carrera por quedarse con el mercado de los vehículos autónomos ha comenzado. La cuestión de si serán una realidad o no en las carreteras de Estados Unidos —y otros países de mundo occidental— parece superada. Se da por hecho. El paso a seguir ahora es posicionarse lo mejor posible para dominar un sector que será multimillonario si cuaja y donde Waymo, propiedad de Alphabet —dueña de Google, por extensión— lleva clara ventaja de momento.
Nadie en el mercado está tan avanzado en el sueño de un mundo operado por coches sin un ser humano al volante. Con una flota en pleno crecimiento, compuesta por modelos Chrysler Pacifica equipados con la tecnología necesaria, y un pedido en marcha de 20.000 I-Pace, los eléctricos de Jaguar, la filial de Google se ha fijado el objetivo de ofrecer el servicio de forma oficial en Arizona antes de que termine el año.
Se basan en el éxito que está teniendo el programa piloto, en el que invitaron a voluntarios a probar el servicio en Phoenix y otras ciudades de Arizona. De momento, presumen de haber acumulado cinco millones de millas en fase de pruebas, en un estado que ha apostado con fuerza por la tecnología al calor de los millones de dólares que esperan recibir.
Por detrás, a cierta distancia, están Uber, Tesla, Apple y General Motors, entre otros muchos jugadores, interesados en ser parte de la ecuación. Ninguna de ellas ha anunciado planes para ofrecer un servicio similar al de Waymo, salpicadas además por el fantasma de los accidentes que han frenado sus planes.
El escrutinio ha sido especialmente feroz para Tesla, que ofrece la función del piloto automático en sus tres modelos disponibles, y que ha visto tambalear sus títulos en bolsa tras los accidentes mortales en modelos que circulaban con el piloto automático activado. De hecho, Elon Musk, el CEO de la compañía, criticó con dureza hace unos días el escrutinio al que se ven sometidos sus vehículos cada que hay un accidente.
Uber, con sede en San Francisco, también se ha visto golpeado por los siniestros en carretera. En marzo de este año, uno de sus vehículos autónomos mató a un transeunte tras atropellarle en la ciudad de Temple, Arizona, lo que llevó al gobernador Doug Ducey a suspenderle el permiso para circular por sus carreteras.
El mismo Waymo se vio involucrado por primera vez en un accidente en Arizona, aunque las cámaras del vehículo demostraron con claridad cómo el conductor de un Honda se saltó un semáforo en rojo y se fue a estrellar contra el Chrysler Pacifica, que circulaba por su carril en dirección opuesta al Honda. La policía local determinó que no había sido culpa del vehículo de Waymo.
Ese es el único gran obstáculo, a priori, que puede detener la implantación de esta nueva industria, de acuerdo a los expertos. “Existe una idea equivocada sobre los vehículos autónomos, porque van a ser el futuro con seguridad. No no creo que haya lugar para el debate sobre si se implantarán o no”, explica Missy Cummings, profesora asociada de la Universidad de Duke y una de las grandes expertas en sistemas autónomos en Estados Unidos.
Cummings cree que al principio tendrán mucha presencia en lugares como aeropuertos y zonas para jubilados “mientras mejora la tecnología, que no es super primitiva, pero que sí necesita mejorar mucho todavía”. Después, serán moneda común de cambios en pueblos y ciudades.
“Estamos en el buen camino, eso seguro. Mi hija tiene 10 años y confío en que esto esté implantado para cuando tenga 16 y así no corra los riesgos clásicos al volante. De una forma o de otra, todos somos malos conductores y esto nos hará mejores”, explica.
En juego está una industria que, de acuerdo al grupo Goldman Sachs, pasará de los 5.000 millones de dólares actuales a los 285.000 millones antes de 2030. El plan pasa por aumentar los márgenes de ingresos hasta un 20 por ciento al eliminar la figura del conductor, un elemento que ayudaría a una compañía como General Motors a casi triplicar sus beneficios.
“Trate de imaginar viajando en un vehículo sin conductor en hora punta en una ciudad como Los Angeles o Beijing”, escribe Evangelos Simoudis en su libro sobre la materia, The Big Data Opportunity in Our Driverless Future. “Además de estar liberado del estrés causado por el tráfico a esas horas, y de usar ese tiempo de desplazamiento al trabajo de la forma que te parezca mejor, no tendrás que preocuparte por los asuntos asociados con viajar a tu destino”.
Simoudis habla de no tener que buscar parking, de reducir a cero las multas de tráfico de aparcamiento, de tener siempre el coche en la puerta cuando se requiera. Incluso de recibir comida a domicilio a un precio mucho más asequible, sin tenerle que darle una propina al repartidor. Esa será otra industria aparte.
En California, Apple ya tiene la flota más numerosa, con 55 vehículos haciendo pruebas con permiso del DMV (Department of Motor Vehicles), una de las 51 compañías que han recibido la misma autorización. La batalla se antoja entretenida mientras su gesta una nueva gran revolución.