Aún no hay un cálculo exacto de cuánto se ha perdido por la huelga de jugadores, pero bares y restaurantes de todo Estados Unidos están sintiendo el golpe de un negocio que mueve 4.200 millones de dólares al año
Luis Villaneda no pierda la sonrisa pese a la tormenta que se cierne sobre su cabeza. El restaurante que maneja en el centro de Los Angeles, Rock N´Fish, ha empezado a sentir con fuerza la ausencia de manadas de aficionados de los Lakers y los Clippers en dirección al Staples Center donde, en condiciones normales, andarían haciendo de los suyas Kobe Bryant, Pau Gasol y compañía a estas alturas del año. Hace un mes que debería haber empezado la NBA.
Un conflicto laboral entre los clubes y los jugadores ha paralizado por completo la competición, la primera vez que algo así sucede desde 1998, cuando una negociación similar por los salarios de las estrellas obligó a reanudar la temporada en el mes de febrero. Pero entre los damnificados no están solo grandes nombres como Bryant o Lebron James, sino gente como Villanueva, parte indirecta de un espectáculo que mueve miles de millones de dólares al año.
“No lo vemos como un golpe devastador, pero es un buen montón de dinero el que vamos a perder”, explica el manager general del local, sin dar cifras concretas. Sí confirma que en las noches en las que no haya partido por el parón, tendrá que hacer drásticos recortes de personal, hasta un 75 por ciento. “No queda más remedio”.
El efecto se ha hecho sentir de costa a costa. En ciudades como Boston y Nueva York las cosas no han transcurrido igual para dueños de bares, taxistas, y otros sectores relacionados directamente con el deporte de la canasta.
Todd Shapiro, portavoz de la asociación de taberneros de Nueva York, aseguró hace unos días que los New York Knicks significan unos ingresos mensuales de 30 millones de dólares para la economía local. De momento, el descenso en ventas en el mes de noviembre es del 30 por ciento.
Ahora, con el acuerdo para el inicio de la liga el 25 de diciembre, es posible que vuelvan las ganancias, aunque no se sabe con qué fuerza tras el dormitar de la afición.
Se pone a fin a una situación que podría haber sido descomunal. Si se hubiera cancelado toda la temporada, se hubieran perdido mil millones de dólares en ingresos televisivos y otros 2.700 millones en todo lo relacionado con el merchandising de la NBA, además de otra cantidad importante en concepto de entradas, párking y contratos publicitarios: 4.200 millones por una temporada completa en total. Sólo los anuncios de 30 segundos de duración de los partidos de la final representan 400.000 dólares por spot para ABC, la cadena con los derechos de retransmisión.
Darren Rovell, especialista en finanzas deportivas de CNBC, explica que lo que ha pasado no tiene sentido. «Sólo con haber perdido el primer mes de partidos, los jugadores ya han visto desaparecer 400 millones de dólares en salarios, cuando lo que están negociando son 800 millones para los próximos 10 años. Es absurdo».
Es dinero que los pequeños negocios de Los Angeles —y otras partes del país— han visto desaparecer y que ya no volverá.