Los bancos redujeron sus préstamos un 7.4%, un fenómeno que está retrasando en gran medida la ansiada recuperación para pequeños negocios.
Un año y medio desde de que arrancara la crisis, el crédito sigue sin fluir. Y ese estrangulamiento todavía no ha permitido que muchos pequeños negocios levanten cabeza, impulsando así una recuperación económica a pleno rendimiento en la primera potencial mundial.
Sirva el ejemplo de Thomas Harrison, presidente de Michigan Ladder, una empresa de venta de escaleras con 108 años de historia que lleva tiempo apostando por una ampliación de capital que significaría contratar a 20 nuevas personas.
El problema hasta ahora ha sido el mismo del de millones de compañías en todo el territorio nacional, la falta de apertura de los bancos para prestarle los 350,000 dólares que necesita para poder lograr dar el siguiente paso, un problema que hasta ahora ha impedido la tan ansiada recuperación del mercado laboral.
Baste una cifra: en 2009, los créditos bancarios se redujeron en un 7.4 por ciento con respecto a 2008, y aunque el Gobierno de Washington ha tratado de poner fin a la situación con préstamos millonarios a los bancos en problemas, el temor a que se pueda producir una nueva situación de alta morosidad ha bloqueado las intenciones de las entidades financieras.
Si la situación no cambia, el proceso para recuperar los más de 8 millones de empleos que se han perdido durante la recesión será mucho más largo y escarpado de lo previsto iniciamente. Según datos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, el 45 por ciento de los empleos creados durante la última recesión, de la 1992, corrieron a cargo de las pequeñas y medianas empresas.
Por eso, liberar el crédito es “crucial para evitar una situación similar a la vivida en Japón de estancamiento económico”, según aseguró al Wall Street Journal Mark Gertler, economista de la Universidad de Nueva York.
Sin embargo, los expertos no esperan un cambio súbito del panorama, especialmente a tenor del cálculo que dice que los bancos perderán unos 250,000 millones de dólares por hipotecas y préstamos impagados, de los que la mitad formarán parte de los libros en los próximos años. Parece cuestión de paciencia y capacidad para aguantar para millones de pequeños negocios.