María Cruz lleva casi dos décadas con tiendas especializadas en los cupones del Gobierno, un negocio con altos y bajos que ha sabido manejar con destreza
El rostro de María Cruz es el de una luchadora, una mujer independiente que lleva media vida lidiando con sus propios negocios para no tener que darle explicaciones a nadie. «Nunca he trabajado para una empresa y no quiero empezar ahora. Prefiero ser dueña de mi propio destino», dice esta emprendedora, responsable de dos tiendas de cupones del WIC en Los Angeles.
Cruz, de 44 años y madre de tres niños, comenzó en el negocio de los cupones por oídas, viendo cómo algunos clientes del supermercado en el que trabajaba compraban grandes cantidades de comida para bebés para después vendérselo a familias de bajos recursos con ayudas gubernamentales.
«Hay mucha gente que consigue hacer lo que sea para calificar y le den ayuda», explica Cruz sobre el programa Woman, Infants and Children, donde la gente recibe recetas para fórmula para bebé y que negocios como el suyo canjea en el banco por dinero.
La diferencia para Cruz y establecimientos parecidos es el diferencial entre lo que pagan por el producto y el dinero que sacan de los cupones. Es un negocio que en su momento llegó a ser muy lucrativo pero que con el tiempo y los recortes fruto de la crisis ha ido perdiendo fuerza.
Por eso, esta empresaria mexicana tiene menos tiendas de las que tenía y ha empezado con otras cuestiones alternativas, como el negocio de jugos que tiene en Downey, Juicymas, donde no sólo vende jugos de frutas sino comida mexicana.
Ahora está concentrada en Downey para conseguir que los clientes de WIC se queden a tomar un jugo o a comer. Y como vende más jugos que WIC, puede tener más flexibilidad con los precios para sacarle más partido al negocio.
Cruz dice que todo empezó a través de un familiar en 1994. «Un cuñado mío tuvo esa visión del negocio y me escogió a mi entre mis seis hermanas para entrar en el plan de negocio. Me dijo lo que tenía que invertir y me decidí».
En aquel tiempo, explica, el margen era bastante alto, sacándole casi el 80 por ciento a cada producto, «y como era una de las pocas tiendas especializadas, nos llegaba mucha gente». Cruz recuerda que los tiempos dorados del WIC llegaron de la mano de su local de Torrance, ubicado justo enfrente de una clínica de WIC del que le llovían los clientes.
«Ahora las cosas han cambiado y están más estrictos desde el Gobierno, pero no solo por cuestiones de presupuesto sino por los muchos que quisieron aprovecharse, con violaciones en los precios y en otras cosas», cuenta Cruz.
Muchas tiendas del gremio tuvieron que cerrar y otras sobreviven, como las de Cruz, una batalladora incansable sin límites en su ambición y en las ganas de salir adelante como emprendedora. Todo un ejemplo para la comunidad.
Juicymas: 7320 Firestone blvd., Downey, CA 90241. Tel: (562) 806-3186