Justin Bieber, Puff Daddy o Serena Williams tienen ropa de esta diseñadora colombiana que ya desfila en Nueva York y L.A.
Nathalia Gaviria es moda y empresa. Durante muchos años, esta colombiana afincada en Los Ángeles ha tratado de compaginar ambos conceptos y ahora, tras superar serios obstáculos por el camino, parece estar recogiendo los frutos. Lo ha conseguido, dice, por ser única, distinta, atrevida, incluso descarada, cosiendo a punta tesón y talento. Y por un espíritu de supervivencia que le permitió sobreponerse a lo peor de la pandemia. “Para nosotros fue catastrófico, pero aquí estamos”, cuenta en una entrevista con Su Socio de Negocios.
Esta paisa de 40 años le ha vendido ropa a Justin Bieber, Puff Daddy, Paris Hilton, Cara Delevigne, Alejandra Guzmán, Alice Cooper, Serena Williams o Michelle Rodríguez; es una emprendedora que se ha ganado a pulso el lugar en ascenso que ocupa en la moda en Estados Unidos, profesional, soñadora, apasionada de lo suyo, hablando sin muchos filtros. Dice que no hay ciudad como Los Ángeles para diseñar, ni siquiera Nueva York, y que lo único que quiere es tener dinero para viajar y pasar tiempo con su marido y su hija. El éxito no le llama tanto la atención como la libertad para hacer y decir lo que le venga en gana. Al menos sobre una pasarela.
Nathalia Gaviria llegó a vender su ropa tienda por tienda
Para llegar hasta allí tuvo que apretarse mucho el cinturón, vender su ropa tienda a tienda y coser desde casa, “casi siempre sin un peso” y decidida a aceptar cualquier trabajo para mantenerse a flote. Pero había madera. Representando a la Universidad de Bogotá de la que se graduó en el 2000, obtuvo un premio de diseño por un vestido inspirado en la cultura nacional, con viaje a Miami incluido, y así encontró su vía de escape hacia algo más importante. “Desde que tengo 15 años sabía que me tenía que ir del país pero no había oportunidad”, explica. “Miami fue la mía. Claro que en realidad es otro Bogotá. Tenía un estilo diferente sin ser tampoco el mío. Era caro y no merecía la pena”.
Influenciada por sus “héroes” como John Galliano, Alexander McQueen o Jean Paul Gautier —”gente que hacía cosas totalmente extravagantes”— se puso a diseñar para abrirse un hueco, pateándose Melrose Avenue en busca de clientes. “En una de esas tiendas una mujer me compró todo y fui abriendo el mercado, siempre con la idea de tener una tienda propia”.
Hoy tiene dos, Black y Gold, en esa misma avenida de Los Ángeles en la que ha sido difícil sobrevivir durante la pandemia. “Primero tuvimos que estar tres meses sin una sola venta”, explica, y en mayo, tras la muerte de George Floyd, las protestas por la violencia racial arrasaron tiendas y desembocaron en saqueos que hicieron muy difícil mantener las puertas abiertas. “Lo que hemos pasado ha sido durísimo. Ahora empezamos a ver la luz y esperamos recuperar la normalidad y el nivel de ventas en un año o año y medio. Volvemos a tener esperanza”. EC
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