
Rosa Porto, la creadora del exitoso negocio de pasteles que inició en Los Ángeles, murió el pasado 13 de diciembre a la edad de 89 años
Pocas veces se ha visto un éxito tan arrollador en un negocio de comida como el que Porto’s Bakery ha tenido en el Sur de California desde que inició sus operaciones en 1976. La mente creadora de este establecimiento fue la cubana Rosa Porto, de quien se anunció su fallecimiento hace unos días.
El sábado 14 de diciembre, la página de Facebook de la compañía publicó el siguiente mensaje: “It is with heavy hearts that we announce the passing of Porto’s Bakery founder and Porto family matriarch, Rosa Porto. She passed peacefully yesterday at the age of 89 surrounded by her loving husband and family” (Con gran pesar en nuestros corazones anunciamos la muerte de la fundadora de Porto’s Bakery y matriarca de la familia Porto, Rosa Porto. Ella falleció ayer en paz a la edad de 89 años rodeada de su esposo y su familia).

Rosa Porto fue la que trajo desde Cuba sus exquisitas recetas de pasteles cuando se instaló en California con su familia. Pronto abrió su primer local en las calles de Silver Lake y Sunset, una popular área de Los Ángeles, con la idea de satisfacer a la clientela cubana y gracias a un pequeño préstamo bancario, pero poco a poco tuvieron que incorporar otros productos latinos para adaptarse al gusto de las otras comunidades que vivían en el área. La publicidad boca a boca y la calidad de sus productos pronto hicieron que ese local les quedara chico, por lo que se mudaron al establecimiento de Glendale, el que más tarde sería el punto de partida para la expansión de la compañía.
La señora Rosa y sus hijos Raúl Jr., Beatriz y Margarita, quienes tomaron las riendas del negocio, vieron cómo este crecía hasta convertirse en un sitio al que llegaban miles de personas, que todavía siguen haciendo filas para comprar un pastel, un sándwich cubano o una de las cientos de delicias que se pueden encontrar actualmente en cualquiera de sus 5 tiendas (Glendale, Burbank, Downey, Buena Park y West Covina).

“Un poco de suerte y mucho trabajo”. Así era como doña Rosa definía el éxito del negocio. Pero hay más: la fórmula de Porto’s Bakery surtió efecto porque supo cómo mantener la calidez que caracteriza a los hispanos y hacerla accesible a otras comunidades a través de alimentos bien hechos. Cuando uno llega a una de sus pastelerías se encuentra con amabalidad, rapidez y buen sabor, eso sin contar con que los precios son muy económicos.
El negocio tiene ventas anuales que llegan a los seis dígitos. Y no solo los pasteles son los que más pide la gente, tienen galletas, sándwiches, baguettes, sopas, ensaladas, café, jugos y otros tantos productos que se distinguen por su frescura y su sabor. Además, cuando va a uno de sus locales se experimenta como una sensación de buen vivir, de buen sentir y de buen comer… y eso no se compra con todo el oro del mundo.
Rosa Porto no se imaginaba que su negocio de pasteles se fuera a convertir en un emporio millonario que le da empleo a ciertos de personas, sobre todo cuando hablaba de cómo empezó vendiéndolos de forma clandestina en la Cuba de Fidel Castro, para mantener a su familia. Ese es su legado: el de una inmigrante que se abrió paso hasta lograr el éxito con una receta bajo el brazo.